Por A Lady
Ya para el 2014 era difícil imaginarse que una película de terror pudiera tener una premisa que sorprendiera: infinidad de churros de todo tipo reciclaban las mismas historias y clichés de siempre hasta el vómito y sólo alguno que otro film de muy buen corte (The Cabin in the Woods) mostraba inventiva compleja suficiente para renovar un género que parecía haber imaginado ya todo. Pero la capacidad del cine gringo de género, no obstante, de superarse así mismo, ya sea por necesidad comercial y/o artística es algo que nunca debe subestimarse. David Robert Mitchell era un nombre que no conectaba con ninguna referencia en la cabeza de muchos cinéfilos promedio a principios de 2014; ahora, aun si no produjera ninguna otra cosa relevante, pasará a la historia del cine de horror como el director de It Follows.
Si bien la premisa narrativa no es del todo nueva (en Ginger Snaps ya se veía, aunque apenas muy en ciernes, una relación entre el horror y la sexualidad concebida más de este lado de los 2000's, sin tomar en cuenta el trasfondo ominoso que representan los slasher films de finales de los 70's y de todos los 80's, especialmente Halloween, a la que It Follows le debe gran parte de su existencia), el tratamiento que se le da al tema es por demás intrigante y de un pulso admirable. La existencia de un tipo de demonio-ente que es prácticamente una ETS dice mucho de las insinuaciones que la película sugiere: la acción toma lugar en un mundo parecido al de los 80's gringos, en el ambiente de una juventud indiferente que ve pasar la vida jugando cartas y que no hace nada concreto en realidad (hay momentos en los que me entraba una desesperación por poner hacer quehacer a esos adolescentes ociosos); es, tal vez, un reflejo del mundo histórico en el que nace el VIH, el consumo de drogas y el número de asesinatos por arma de fuego van a la alza y la imagen política que se promueve en el mundo es de una mochería como pocas cuando el mundo occidental ve cerrar el siglo XX con gran decadencia social en USA. Las fuentes del horror en este filme provienen de ese limbo moral y vital que lleva a los adolescentes afectados a tomar casi de inmediato la decisión de pasar el demonio-infección a otro, sabiendo aún que es muy probable que éste acabe con la vida (y el cuerpo) de su receptáculo y, revancheramente, regrese al último de la serie de infectores.
Grandiosas son las técnicas de configuración del equipo creativo. Si bien el lugar narrativo remite a ciertos momentos históricos específicos, uno encuentra muchos elementos que no concuerdan con la temporalidad real: los coches son de antes de los 80's, pero ya pueden leerse e-books en un lector-concha (Dostoyevsky, que confirma mucho acerca del vacío existencial de este entorno); el espectador entra en un rescoldo temporal que es todas esas épocas de los 70's hasta principios de los 90's, pero que no es ninguna a la vez. Las formas cambiantes del demonio son otro detalle importante. Parece ser que las apariencias que toma el ente provienen del subconsciente del afectado(a), de los miedos y los deseos fallidos, y es terrorífico y morbosamente fascinante enterarse que la forma que toma en la escena magistral de la piscina es la del papá de Jay y ella misma dice, al preguntarle sus amigos sobre la imagen del monstruo, que no puede decirles. ¿Qué recuerdos le trae?
Otro de los principales contribuyentes a la creación de esta atmosfera especial es el soundtrack compuesto por Disasterpeace, el cual no oculta su referente histórico: aquella música al ritmo de la cual Jamie Lee Curtis huía de Michael Meyers en Halloween.
Es curioso y revelador encontrar, incluso ya en los productos de 2014, cómo la constante temática del sexo adolescente es considerada un origen infalible de fuerzas malignas, sólo que ahora con algunas pequeñas variaciones: el "impulso de vida" que debía ser reprimido debido a su incorrectitud en las películas de horror setenteras y ochenteras (Nightmare on Elm Street, Halloween, Friday the 13th) y que en Ginger Snaps debe ser eliminado a causa de su poder destructivo, es eliminado aquí por la misma apatía vital de la juventud que, como se sugiere al final de la película, tiende incluso a dejarse exterminar por una fuerza que es como los peores males de la vida: "It's very slow, but it's not dumb".
Otras impresiones:
1. De todas las formas del monstruo, la que más miedo me dio fue la del altote que sale a espaldas de la amiga que toca la puerta.
2. La escena de la sangre extendiéndose en la alberca será recordada por muchos años.
3. Estoy seguro que si la película hubiera sido comercialmente más exitosa, Apple hubiera sacado enseguida lectores rosas en forma de concha.
4 / 5
Por Keith Nash
La hermosura puede asaltarnos desde diferentes terrenos. Antes que cualquier otra cosa, deseo ponderar la belleza que el filme de Mitchell nos otorga; a esta película con gusto le borraría yo las etiquetas, siempre chocantes y limítrofes; una historia fundamentada desde la sexualidad podría ser fácil blanco de un charro y desagradable porno/erotismo, de una aproximación a la sexualidad, morbosa, picaresca, fútil, aberrante, chocante y, por ende, desagradable. Nos libra, con gran éxito, de una comedia adolescente, que bien podría estar llena de todos los clichés, estereotipos, visiones obcecadas y deprimentes que en masa hoy los medios nos repiten una y otra vez, sobre lo que, en una dirección enfocada al salvaje consumo y la consumición, es y debe ser ahora la sexualidad entre los jóvenes. Nos libra también de la sexualización infantil, creando personajes ubicados en los albores de la vida adulta, estudiantes universitarios quienes tendrán que atravesar vicisitudes relacionadas con el sexo y no adolescentes consumiéndose por los deseos de actos y ritos aún lejanos e innecesarios para ellos. Ahí, en medio de estás sanas decisiones, un aglomerado constante de hermosas y bien logradas imágenes, que explotan en cadena una y otra vez, a la vista, en concierto magnífico entre el terror y el deleite visual.
Hay una aproximación latente en este filme a la nueva linea divisoria, aún borrosa e indefinida, entre lo público y lo privado, entre lo meramente personal y lo que merece ser compartido, como pareciera mandamiento divino, en las redes sociales; los constantes muestreos de voyeurismo, los niños espiando a la vecina, las vecinas embelesadas con el chico sexy de la calle y, sin mencionarlas, siempre están ahí las redes sociales: en varios momentos aparece Instagram, la comida desde un ángulo superior en foto fija y un largo etcétera de tópicos constantes en aquella red social que se van dibujando una y otra vez en la película; los dispositivos que aparecen creados expresamente para el film y ademas de la creación de lo que hoy se conoce como un catfish, es decir quien crea una identidad falsa para adentrarse en la vida de otras personas, siempre con intenciones sexuales y que son el principal vehículo, hoy en día, de los predadores sexuales. Nos arrojan las pistas para comprender, me parece, el origen de esta maldición de está reedición del It de Stephen King, esta nueva maldad en si, cuyos orígenes yacen en lo más profundo de la maldad humana, y al elegir el "modo de transmisión" símil a una enfermedad venérea, nos va desenvolviendo también la intención de la misma, así como su fin, su objetivo, que podría ser o no la desarticulación del sexo como un acto de intimidad y entrega a ser únicamente un acto reflejo de un deseo de consumo.
Me parece también que esta película tiene otro acierto y es que logra reflejar muy bien el estilo de la juventud de esta época, estoy seguro que dentro de tal vez 20 años, sus futuros observadores quedarán maravillados por lo bonito que se vestían los jóvenes en esta época, (una nostalgia similar a la que sentimos los que vimos hace 10 años Back to the Future). Me da la impresión de estar viendo una película que se convertirá pronto en un clásico, en una cápsula del tiempo.
Ya para el 2014 era difícil imaginarse que una película de terror pudiera tener una premisa que sorprendiera: infinidad de churros de todo tipo reciclaban las mismas historias y clichés de siempre hasta el vómito y sólo alguno que otro film de muy buen corte (The Cabin in the Woods) mostraba inventiva compleja suficiente para renovar un género que parecía haber imaginado ya todo. Pero la capacidad del cine gringo de género, no obstante, de superarse así mismo, ya sea por necesidad comercial y/o artística es algo que nunca debe subestimarse. David Robert Mitchell era un nombre que no conectaba con ninguna referencia en la cabeza de muchos cinéfilos promedio a principios de 2014; ahora, aun si no produjera ninguna otra cosa relevante, pasará a la historia del cine de horror como el director de It Follows.
Si bien la premisa narrativa no es del todo nueva (en Ginger Snaps ya se veía, aunque apenas muy en ciernes, una relación entre el horror y la sexualidad concebida más de este lado de los 2000's, sin tomar en cuenta el trasfondo ominoso que representan los slasher films de finales de los 70's y de todos los 80's, especialmente Halloween, a la que It Follows le debe gran parte de su existencia), el tratamiento que se le da al tema es por demás intrigante y de un pulso admirable. La existencia de un tipo de demonio-ente que es prácticamente una ETS dice mucho de las insinuaciones que la película sugiere: la acción toma lugar en un mundo parecido al de los 80's gringos, en el ambiente de una juventud indiferente que ve pasar la vida jugando cartas y que no hace nada concreto en realidad (hay momentos en los que me entraba una desesperación por poner hacer quehacer a esos adolescentes ociosos); es, tal vez, un reflejo del mundo histórico en el que nace el VIH, el consumo de drogas y el número de asesinatos por arma de fuego van a la alza y la imagen política que se promueve en el mundo es de una mochería como pocas cuando el mundo occidental ve cerrar el siglo XX con gran decadencia social en USA. Las fuentes del horror en este filme provienen de ese limbo moral y vital que lleva a los adolescentes afectados a tomar casi de inmediato la decisión de pasar el demonio-infección a otro, sabiendo aún que es muy probable que éste acabe con la vida (y el cuerpo) de su receptáculo y, revancheramente, regrese al último de la serie de infectores.
Grandiosas son las técnicas de configuración del equipo creativo. Si bien el lugar narrativo remite a ciertos momentos históricos específicos, uno encuentra muchos elementos que no concuerdan con la temporalidad real: los coches son de antes de los 80's, pero ya pueden leerse e-books en un lector-concha (Dostoyevsky, que confirma mucho acerca del vacío existencial de este entorno); el espectador entra en un rescoldo temporal que es todas esas épocas de los 70's hasta principios de los 90's, pero que no es ninguna a la vez. Las formas cambiantes del demonio son otro detalle importante. Parece ser que las apariencias que toma el ente provienen del subconsciente del afectado(a), de los miedos y los deseos fallidos, y es terrorífico y morbosamente fascinante enterarse que la forma que toma en la escena magistral de la piscina es la del papá de Jay y ella misma dice, al preguntarle sus amigos sobre la imagen del monstruo, que no puede decirles. ¿Qué recuerdos le trae?
Otro de los principales contribuyentes a la creación de esta atmosfera especial es el soundtrack compuesto por Disasterpeace, el cual no oculta su referente histórico: aquella música al ritmo de la cual Jamie Lee Curtis huía de Michael Meyers en Halloween.
Es curioso y revelador encontrar, incluso ya en los productos de 2014, cómo la constante temática del sexo adolescente es considerada un origen infalible de fuerzas malignas, sólo que ahora con algunas pequeñas variaciones: el "impulso de vida" que debía ser reprimido debido a su incorrectitud en las películas de horror setenteras y ochenteras (Nightmare on Elm Street, Halloween, Friday the 13th) y que en Ginger Snaps debe ser eliminado a causa de su poder destructivo, es eliminado aquí por la misma apatía vital de la juventud que, como se sugiere al final de la película, tiende incluso a dejarse exterminar por una fuerza que es como los peores males de la vida: "It's very slow, but it's not dumb".
Otras impresiones:
1. De todas las formas del monstruo, la que más miedo me dio fue la del altote que sale a espaldas de la amiga que toca la puerta.
2. La escena de la sangre extendiéndose en la alberca será recordada por muchos años.
3. Estoy seguro que si la película hubiera sido comercialmente más exitosa, Apple hubiera sacado enseguida lectores rosas en forma de concha.
4 / 5
Por Keith Nash
La hermosura puede asaltarnos desde diferentes terrenos. Antes que cualquier otra cosa, deseo ponderar la belleza que el filme de Mitchell nos otorga; a esta película con gusto le borraría yo las etiquetas, siempre chocantes y limítrofes; una historia fundamentada desde la sexualidad podría ser fácil blanco de un charro y desagradable porno/erotismo, de una aproximación a la sexualidad, morbosa, picaresca, fútil, aberrante, chocante y, por ende, desagradable. Nos libra, con gran éxito, de una comedia adolescente, que bien podría estar llena de todos los clichés, estereotipos, visiones obcecadas y deprimentes que en masa hoy los medios nos repiten una y otra vez, sobre lo que, en una dirección enfocada al salvaje consumo y la consumición, es y debe ser ahora la sexualidad entre los jóvenes. Nos libra también de la sexualización infantil, creando personajes ubicados en los albores de la vida adulta, estudiantes universitarios quienes tendrán que atravesar vicisitudes relacionadas con el sexo y no adolescentes consumiéndose por los deseos de actos y ritos aún lejanos e innecesarios para ellos. Ahí, en medio de estás sanas decisiones, un aglomerado constante de hermosas y bien logradas imágenes, que explotan en cadena una y otra vez, a la vista, en concierto magnífico entre el terror y el deleite visual.
Hay una aproximación latente en este filme a la nueva linea divisoria, aún borrosa e indefinida, entre lo público y lo privado, entre lo meramente personal y lo que merece ser compartido, como pareciera mandamiento divino, en las redes sociales; los constantes muestreos de voyeurismo, los niños espiando a la vecina, las vecinas embelesadas con el chico sexy de la calle y, sin mencionarlas, siempre están ahí las redes sociales: en varios momentos aparece Instagram, la comida desde un ángulo superior en foto fija y un largo etcétera de tópicos constantes en aquella red social que se van dibujando una y otra vez en la película; los dispositivos que aparecen creados expresamente para el film y ademas de la creación de lo que hoy se conoce como un catfish, es decir quien crea una identidad falsa para adentrarse en la vida de otras personas, siempre con intenciones sexuales y que son el principal vehículo, hoy en día, de los predadores sexuales. Nos arrojan las pistas para comprender, me parece, el origen de esta maldición de está reedición del It de Stephen King, esta nueva maldad en si, cuyos orígenes yacen en lo más profundo de la maldad humana, y al elegir el "modo de transmisión" símil a una enfermedad venérea, nos va desenvolviendo también la intención de la misma, así como su fin, su objetivo, que podría ser o no la desarticulación del sexo como un acto de intimidad y entrega a ser únicamente un acto reflejo de un deseo de consumo.
Me parece también que esta película tiene otro acierto y es que logra reflejar muy bien el estilo de la juventud de esta época, estoy seguro que dentro de tal vez 20 años, sus futuros observadores quedarán maravillados por lo bonito que se vestían los jóvenes en esta época, (una nostalgia similar a la que sentimos los que vimos hace 10 años Back to the Future). Me da la impresión de estar viendo una película que se convertirá pronto en un clásico, en una cápsula del tiempo.
Impresiones irrelevantes:
1. La reflexion que hace Jay (Maika Monroe) sobre llegar a la adultez es fantastica y por la acción que sigue en la película cobra una fuerza aun más estrepitosa.
2. Yo pensaba usar la palabra daifa en este post pero no pude. Aunque había lugar para hacerlo, no quise contar la película.
3. El final abierto me deja una zozobra terrible. Confieso que le tengo fobia a las segundas partes.
4. El valor que esta película le otorga al silencio es magnífico.
5 / 5
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