Por A Lady
El film-noir fue uno de los primeros subgéneros temáticos que me enseñaron a apreciar el cine. Es, además, la muestra irrefutable de que en los 40's, años de guerra y postguerra mundiales, USA era el país maestro de las técnicas narrativas del cine, las cuales serían factor fundacional para varios de los movimientos cinematográficos renovadores de los 60's y 70's en Europa (véase Nouvelle vague francesa). Como siempre, la comparación entre la producción gringa de cine durante estos años (de la cual trataremos algunos títulos imprescindibles en este ciclo) y lo que México lograba organizar en su "época de oro" es, por demás, tristísima: Emilio Fernández, Alejandro Galindo y Gabriel Figueroa lograron algunas joyas, pero en su mayoría las producciones permanecieron mediocres perpetuaciones del melodrama de vodevil (el cual, aun más triste, sigue siendo temática principal de muchos filmes mexicanos) y reciclajes del Neorrealismo italiano; por el contrario, si tuviera que hacerse una selección de las películas gringas realizadas durante esta misma época, que hayan sido influencias relevantes hasta hoy día para la comunidad internacional que crea cine, se tendría una basta lista. Si bien el periodo de finales de los 30's hasta principios de los 50's abarca lo que muchos críticos e historiadores consideran las épocas doradas de ambas cinematografías nacionales (clasificacion ésta que ya no es vigente en nuestros días), los estándares de calidad y determinantes culturales son más que abismales. No hay que olvidar que no sólo la futura trascendencia estética de los productos de USA ya se dejaba entrever desde aquellos días, sino también la superioridad económica: los entonces superpoderosos Estudios Churubusco eran ya propiedad de la RKO.
El film-noir fue uno de los primeros subgéneros temáticos que me enseñaron a apreciar el cine. Es, además, la muestra irrefutable de que en los 40's, años de guerra y postguerra mundiales, USA era el país maestro de las técnicas narrativas del cine, las cuales serían factor fundacional para varios de los movimientos cinematográficos renovadores de los 60's y 70's en Europa (véase Nouvelle vague francesa). Como siempre, la comparación entre la producción gringa de cine durante estos años (de la cual trataremos algunos títulos imprescindibles en este ciclo) y lo que México lograba organizar en su "época de oro" es, por demás, tristísima: Emilio Fernández, Alejandro Galindo y Gabriel Figueroa lograron algunas joyas, pero en su mayoría las producciones permanecieron mediocres perpetuaciones del melodrama de vodevil (el cual, aun más triste, sigue siendo temática principal de muchos filmes mexicanos) y reciclajes del Neorrealismo italiano; por el contrario, si tuviera que hacerse una selección de las películas gringas realizadas durante esta misma época, que hayan sido influencias relevantes hasta hoy día para la comunidad internacional que crea cine, se tendría una basta lista. Si bien el periodo de finales de los 30's hasta principios de los 50's abarca lo que muchos críticos e historiadores consideran las épocas doradas de ambas cinematografías nacionales (clasificacion ésta que ya no es vigente en nuestros días), los estándares de calidad y determinantes culturales son más que abismales. No hay que olvidar que no sólo la futura trascendencia estética de los productos de USA ya se dejaba entrever desde aquellos días, sino también la superioridad económica: los entonces superpoderosos Estudios Churubusco eran ya propiedad de la RKO.
La guerra y los intereses políticos y económicos de los bandos combatientes propiciaron una atmósfera social que fue el caldo de cultivo del film-noir, en el que las femmes fatales y los hombres ingenuos que sobreestiman la astucia de aquéllas son la unidad elemental de interacción humana de la que se desprende, como reverberación de ella misma, toda una red de corrupciones, engaños, desengaños, sadismos, masoquismos... en fin, toda acción y sensación que el humano había tratado de domar hasta hace algunos 20 años y que en 1941 el Motion Picture Production Code ya se había encargado de censurar.
The Maltese Falcon es uno de los primeros ejemplos de estas tendencias temáticas en su primera etapa de desarollo visual, aunque ya se habían hecho dos versiónes fílmicas anteriores de esta novela de Dashiell Hammett en 1931 y 1936, las cuales, sin embargo, no han gozado de la recepción y difusión de las que goza el filme de John Huston. Los grandes contrastes de sombra y luz se encuentran aún ausentes en favor de sets más iluminados, los innuendoes sexuales no son tan osados y se basan más en juegos lingüísticos y expresiones faciales, las tomas en picado apenas se atreven, pero hay elementos más que reconocibles que marcarán el devenir de los siguientes filmes que fueron formando este subgénero: el personaje de Mary Astor (Ms. O'Shaughnessy) es una femme fatale moderada y aún con el papel de víctima que se ira borrando en los siguientes años para dar paso al monstruo femenino con toda su potencia seductora y su astucia mortal; el papel de Humphrey Bogart (Sam Spade), aunque embaucado varias veces durante el desarrollo de la historia, sale triunfante al final sobre su seductora y aún dueño de su dignidad; la relación entre los secuaces Joel Cairo (el maravilloso Peter Lorre, que para entonces ya sabía hablar inglés), Kasper Gutman (Sydney Greenstreet en una de sus mejores actuaciones) y Wilmer Cook (Elisha Cook, Jr.) se presenta como un mera consecuencia de su interés común por el halcón maltés, pero es expurgada de casi toda pista y referencia a su carácter homosexual (se dice que las tarjetas de Cairo huelen a gardenia y sus gestos bucales al manejar su bastón en el primer encuentro con Spade simulan a los que se harían durante un wawis). Aun con estas autocensuras, el filme presenta personajes que encajan con admirable harmonía en el ambiente pervertido y codicioso de individuos que velan exclusivamente por su propio interés, sin miramientos sobre las consecuencias que sus procederes puedan hacer caer sobre los otros.
El guión, escrito por el mismo Huston, entrega algunos de las líneas más memorables de todo el film-noir, p. ej. cuando Spade, al darse cuenta de que Ms. O'Shaughnessy no es una mujer tan "decente" y ésta comienza con largos suspiros dice "You're good, you're very good" o la línea que cierra la película: "The stuff that dreams are made of" reflejan la casi tangible desilusión en la que viven los personajes.
Todos estos elementos son esenciales para comprender el desarrollo de los recursos narrativos y las simbologías de las que el film-noir se servirá en las próximas películas del ciclo, hasta llegar a la asombrosa modernidad de algunos productos de la etapa final del subgénero a principios de los 50's.
Otras impresiones:
1. Entiendo por qué Humphrey Bogart es un sex-symbol en la cutura gringa, pero nunca se me ha hecho sabroso, ni siquiera antojable y su voz no se me hace la más viril. Aparte de su figura de héroe ha de ser su acento.
2. El film-noir me proveyó uno de mis fetiches estéticos más queridos: mujeres guapas empoderadas por tener pistolas y belleza.
3. Amé los ojos con lagrimita remy de Wilmer cuando le dicen que será el chivo expiatorio. A él sí le ponía casa.
4. Y el mentado halcón ni estaba tan chido.
5. Con estas películas siempre me dan ganas de volver a fumar.
4½ / 5
The Maltese Falcon es uno de los primeros ejemplos de estas tendencias temáticas en su primera etapa de desarollo visual, aunque ya se habían hecho dos versiónes fílmicas anteriores de esta novela de Dashiell Hammett en 1931 y 1936, las cuales, sin embargo, no han gozado de la recepción y difusión de las que goza el filme de John Huston. Los grandes contrastes de sombra y luz se encuentran aún ausentes en favor de sets más iluminados, los innuendoes sexuales no son tan osados y se basan más en juegos lingüísticos y expresiones faciales, las tomas en picado apenas se atreven, pero hay elementos más que reconocibles que marcarán el devenir de los siguientes filmes que fueron formando este subgénero: el personaje de Mary Astor (Ms. O'Shaughnessy) es una femme fatale moderada y aún con el papel de víctima que se ira borrando en los siguientes años para dar paso al monstruo femenino con toda su potencia seductora y su astucia mortal; el papel de Humphrey Bogart (Sam Spade), aunque embaucado varias veces durante el desarrollo de la historia, sale triunfante al final sobre su seductora y aún dueño de su dignidad; la relación entre los secuaces Joel Cairo (el maravilloso Peter Lorre, que para entonces ya sabía hablar inglés), Kasper Gutman (Sydney Greenstreet en una de sus mejores actuaciones) y Wilmer Cook (Elisha Cook, Jr.) se presenta como un mera consecuencia de su interés común por el halcón maltés, pero es expurgada de casi toda pista y referencia a su carácter homosexual (se dice que las tarjetas de Cairo huelen a gardenia y sus gestos bucales al manejar su bastón en el primer encuentro con Spade simulan a los que se harían durante un wawis). Aun con estas autocensuras, el filme presenta personajes que encajan con admirable harmonía en el ambiente pervertido y codicioso de individuos que velan exclusivamente por su propio interés, sin miramientos sobre las consecuencias que sus procederes puedan hacer caer sobre los otros.
El guión, escrito por el mismo Huston, entrega algunos de las líneas más memorables de todo el film-noir, p. ej. cuando Spade, al darse cuenta de que Ms. O'Shaughnessy no es una mujer tan "decente" y ésta comienza con largos suspiros dice "You're good, you're very good" o la línea que cierra la película: "The stuff that dreams are made of" reflejan la casi tangible desilusión en la que viven los personajes.
Todos estos elementos son esenciales para comprender el desarrollo de los recursos narrativos y las simbologías de las que el film-noir se servirá en las próximas películas del ciclo, hasta llegar a la asombrosa modernidad de algunos productos de la etapa final del subgénero a principios de los 50's.
Otras impresiones:
1. Entiendo por qué Humphrey Bogart es un sex-symbol en la cutura gringa, pero nunca se me ha hecho sabroso, ni siquiera antojable y su voz no se me hace la más viril. Aparte de su figura de héroe ha de ser su acento.
2. El film-noir me proveyó uno de mis fetiches estéticos más queridos: mujeres guapas empoderadas por tener pistolas y belleza.
3. Amé los ojos con lagrimita remy de Wilmer cuando le dicen que será el chivo expiatorio. A él sí le ponía casa.
4. Y el mentado halcón ni estaba tan chido.
5. Con estas películas siempre me dan ganas de volver a fumar.
4½ / 5
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