Por A Lady
Es maravilloso lo que puede lograr una actuación. Y es aún más asombroso cuando esta actuación lo logra valiéndose de un único recurso auditivo: la voz. Hay que tener no sólo talento, sino bastante experiencia de vida detrás de uno, para poder convertir vida en tonos, en pausas, en silencios. Es justo esto lo que hace de Dear America: Letters Home from Vietnam un película digna de verse, pero más de oírse. Ya con ese título, uno empieza a dudar de la orientación que podrían tomar sus 80 y tanto minutos: es fácil imaginarse un epitafio patriotero de lo más barato, con banderas gringas, marching bands y cheerleaders por todas partes, dirigidos por algún discurso de cualquier presidente sesentero o setentero gringo que celebre el genocidio de la juventud de su país. Sin embargo, parece que esta impresión fue, más bien, la que los productores de la película deseaban para su mercadeo, ya que esta película pertenece a esa rara especie del cine: la buena película hecha para la tele, previa a la época Netflix. Naturalmente, la bola de gringos consumidores de TV necesitaban cierto aliciente para acercarse a este producto, que resultó ser, me arriesgo a decir, el filme más positivamente sentimental sobre Vietnam.
Existe cierta ambigüedad en la manera de tratar el tema central: la juventud vivida (o matada) en la guerra. Por un lado, el enfoque del argumento es sumamente ágil al dejar bien claro que su postura es antibélica y al contextualizar la intimidad de las muestras de correspondencia personal con documentos audiovisuales de relevancia social como extractos de noticieros, discursos y reportajes. Por otro lado, es innegable que en el discurso de esta película se encuentra también eso que desde hace algunos años considero el cáncer más fatal de los gringos: la valoración positiva del patriota entendido en términos heroicos. Si uno deja de lado o asimila este aspecto inherente y, aparentemente, inerradicable del ser estadounidense, se queda con testimonios personales que, por su simplicidad y franqueza, son tanto más desgarradores: es el lenguaje de jóvenes, hombres y mujeres, que intentan, necesitan expresar en palabras la que tal vez sea la última experiencia de sus vidas, el enorme miedo a la muerte que, a veces, velan con referencias a su entorno. La selección de cartas para la película se realizó a partir de la composición del libro que sirvió de original para esta traducción intermedial, y el espectador encuentra de todo un poco: voces que demuestran un entusiasmo enfermizo por la guerra y el falso ideal de libertad que vende USA; otras que parecen al borde de un colapso psicológico y corporal; aquélla (tal vez una de las más sorprendentes) que está llena de asombro ante la belleza de Vietnam y, a la vez, exasperado por no poder diferenciar a los vietnamitas campesinos de a pie de los hijos de Victor Charlie; las que parecen prestarle más atención a nimiedades de su hogar en la provincia gringa que a la muerte inminente, otras que se horrorizan por la crueldad que desarrollan los soldados que han pasado más tiempo en batalla y ésas que, en el tono más confesional, declaran haber llorado por otro hombre, por un compañero. La carta que se lee hasta el final de la serie (entonada por la voz inconfundible de Ellen Burstyn) tiene carácter simbólico: es la de una madre que se dirige a su hijo, soldado muerto en Vietnam. Por ahí me dijeron que los vietnamitas de hoy aseguran que el hecho que le puso fin a las bajas de gringos en Hanoi fueron las protestas de las madres en Estados Unidos. Ya en Hearts and Minds se había insinuado el papel crucial y negativo que tuvo la crianza maternal en el comportamiento del U.S. Army en Vietnam, lo cual permite suponer que, por alguna razón, la voz de las madres suena fuerte en los oídos de los gobernantes gringos y que, por lo tanto, las afirmaciones de esos vietnamitas no están nada alejadas de la realidad.
La plantilla de actores y actrices que participaron como lectores está nutrida de varios de los rostros icónicos asociados a películas de Vietnam: Robert De Niro, John Savage, Tom Berenger y Willem Dafoe. Parece ser que la experiencia que estos actores obtuvieron al filmar ficcionalizaciones del fenómeno de la Guerra de Vietnam los acerca de manera suficiente al horror real que quedaron en deuda y empatía emocional con los veteranos desamparados. Y es aquí donde regreso al punto débil del filme: si bien es coherente que los números de caídos en la guerra que presenta la película sólo consideran a los gringos caídos y a ningún vietnmita (ya que el enfoque cae sobre la juventud de este país), no hay indicio de que se emprenda una crítica al cliché de "they fight for our freedom", en detrimento del potencial mayor de demás contenido.
No obstante este aspecto negativo, Dear America: Letters Home from Vietnam es un documento por demás valioso que rescata discursos y memorias y que exuda juventud, una juventud que no se debería repetir y que, por desgracia, parece ser un aparición que nunca tendrá final: la juventud angustiada y acechada por la muerte.
Otras impresiones:
1. Nunca me han acabado de gustar los güeros, pero tengo que reconocer que viendo varias piezas del footage que utiliza el documental uno se convence que la juventud es bella. Muy bella.
2. Es la primera película en lo que va del ciclo en la que se muestra participación militar femenina en Vietnam.
2. Los gringos y su afán por no mostrar sentimientos. De alguna manera, los entiendo.
3. Los naipes que se dejaban los gringos dejaban en los manos de los cadáveres de los supuestos VC's como señal de "Uncle Sam Was Here" salían ya en Apocalypse Now.
4. Harvey Keitel, uno de los actores que lee, fue el primer prospecto para ser Benjamin L. Willard en Apocalypse Now. Rechazó la propuesta y se tuvo que conformar con esto.
5. Radio Vietnam: aquí se completa la programación de Universal Stereo: Gimme Shelter de los Rolling, A Change Is Gonna Come de Sam Cooke, I Shall Be Released de nuestro Premio Nobel Bob Dylan, Family Affair de Sly and the Family Stone, Fortunate Son de los Creedence, Walk Like a Man de The Four Seasons, Back in the USA de MC5, Are You Experienced? de Jimy Hendrix, The Beat Goes On de Sonny & Cher, I'm Eighteen de Alice Cooper, Five to One de los Doors, Once I Was de Tim Buckley, Under the Boardwalk de los Drifters, Signed D.C. de Love y Grace de Country Joe and the Fish. Me voy a quemar un CD, voy traducir al español los títulos de las canciones y lo voy a vender en el metro a 10 varos: "Canciones de Vietnam para hacer el quehacer: éxitos 1966-1975".
6. Una buena interpretación de Stille Nacht, heilige Nacht en cualquiera que sea la lengua es digna de unas cuantas lágrimas.
4 / 5
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