Por A Lady
Después de que JFK había muerto, de que Jackie había hecho sus berrinches y de que los gringos se habían dado cuenta de que con esto habían perdido a la única esperanza política que podía considerarse liberal y que tal vez terminaría la participación gringa en la Guerra de Vietnam, Lyndon B. Johnson empezó a cometer los errores que se esperaban de él. "The ultimate victory will depend on the hearts and minds of the people who actually live out there", repitió ese mismo presidente en cada ocasión propicia refieriéndose al único camino por el que la Guerra de Vietnam podía llegar a un fin "pacífico" (como si para esas alturas semejante cosa hubiera podido ser siquiera posible), y aprovechando así para implantarlo en la consciencia de los gringos de a pie como propaganda necesaria para alcanzar el quorum de aceptación colectiva suficiente para sus decisiones políticas. Esta misma aceptación, como siempre, no fue nada difícil de establecer entre los sectores conservadores de la sociedad estadounidense (la cual, tanteo, ha de conformar el 75% de la población total); ya se sabe uno la historia: el gringo WASP al que desde preinfante le han insertado la falacia incuestionable de que se debe vivir por la patria y que su presidente por algo es su presidente y sus determinaciones son lo mejor para el país. Esta es la base sobre la que se asienta el horror que Hearts and Minds presenta y en las que intentan fundamentarse las críticas cuestionables a su valor estético.
Estas mismas críticas, hechas en su mayoría durante los 70's y repetitivas en el argumento de que la película de Davis manipulaba a favor del activismo antibelicista las entrevistas y los sucesos de Vietnam a través de una edición "truculenta" (como si esto fuera algo negativo o no fuera una característica de todo documental)... bueno, estas misma críticas encontraron su refutación en las reacciones de muchos periodistas "liberales" ante la victoria de Trump en 2016: lo que temían que Trump llegara a destruir era "their real patriotism" que, según ellos, era lo que hacía de USA el país de los hombres libres. Uno se de cuenta que hay un problema cuando los mismos inconformes recurren al mismo discurso del gobierno al que critican.
El método de edición de Davis es esencia de muchos de los documentales gringos relevantes de los últimos 20 años (pienso en todos los documentales de Michael Moore, especialmente Roger & Me, y Tarnation de Jonathan Caouette) y más que tergiversar los hechos y aseveraciones de los individuos fuente, moldea su propia enunciación. El documental, como forma, implica siempre una postura y la postura de Peter Davis es algo digno de admirarse y revisarse, tanto en forma como en contenido. La alternancia de footage de discursos políticos y de la vida cotidiana en Vietnam durante la guerra muestra el entrelazamiento inevitable entre las decisiones de los primeros en el marco de la segunda; estas consecuencias van de las interacciones diarias entre gringos y vietnamitas en Saigón al señalamiento de la crianza como determinación más o menos inconsciente de la mentalidad militar de USA. La escena en la que George Thomas Coker se encuentra de regreso en su villorio Linden y habla con un grupo de madres de soldados resulta aterradora al observar los rostros impasibles de esas mujeres al escuchar los horrores que Coker les narra. Las partes filmadas en Vietnam y que muestran a los lugareños logran acercar más al expectador a la experiencia de los vietnamitas reproducida oralmente; no hay escena individual que sobresalga dentro de las partes vietnamitas del filme porque todas son producto ecuánime de la devastación material y moral (como aquélla del country club vietnamita). El golpe que estas imágenes por sí mismas significan se potencializa con las escenas de gringos en partidos de fútbol americano, con porristas y toda la cosa, y de desfiles (para)militares en honor de los POWs, con los que se puede aceptar el hecho que se asevera más tarde en el filme: los estadounidenses nunca han sufrido la devastación que trae la guerra que llega a sus casas sin ser invitada. Ni siquiera 9/11. No.
La mutilación de la juventud es otro aspecto que se configura en el documental. No sé si sea sólo impresión infundada, pero la indiferencia con que muchos "chavos" que (con más o menos órganos, con más o menos trastornos) pudieron regresar vivos de Vietnam consideran sus experiencias bélicas, se me hace reveladoramente similar a la indiferencia con que muchos "chavos" del 2017 recrean experiencias en la era del simulacro. Es como si la vivencia, desde los 60's, ya no tuviera para muchos valor personal, sino tuviera sentido sólo en función de su efectividad antitedio: me fui a matar "chinos" pa' echar el coto. Un coto, por cierto, que a muchos les causó placer mayor por brindarles justamente la archiexperiencia que jamás hubieran podido tener en sus pueblos de hillbillies. Esto no se limita sólo a los gringos; todo ser humano con permiso para aniquilar tendría una lista larga de deseos y encargos que atender con urgencia y dedicación.
Una de las secuencias que permanecerán conmigo tal vez siempre es la que componen un padre vietnamita llorando la muerte de su hija de ocho años ocurrida durante un bombardeo, seguida del general Westmoreland diciendo que los asiáticos no valoran la vida como los occidentales y concluida con las escenas de un funeral vietnamita, en el que un niño llora a la orilla de la tumba del que probablemente fue su padre. Muchas cosas les debo y agradezco a los gringos, en realidad, muchas, pero hay pocas cosas que me repugnen más que el patriotismo barato, y aun más ése del que los puntales del sistema estadounidense se nutren, aparantemente con renovadas energías en la actualidad. Me inquieta que los traumas sociales se repiten en intervalos tan cortos y que cada vez haya menos voces como la de Peter Davis. ¿Qué fue de él?
Otras impresiones:
1. En Loin du Vietnam se mencionaban ya las bombas de fragmentación que los vietnamitas llamaban "guayabas". Un exsoldado las menciona aquí de nuevo. Parece que voy a aprender mucho sobre tipos de armas.
2. Una de las cosas insoportables de algunos gringos es que vean en el antibelicismo una conspiración bélica.
3. De nuevo, los rostros de las mujeres vietnamitas.
4. El rostro de Nixon es una de las imágenes más desagradables de los 70's. Del siglo XX.
5. Dos hombres gringos medio lloran en la película. ¿Alguno llorará bien en todo el ciclo?
6. Cuando los productores del filme recibieron el Oscar a mejor documental, pronunciaron su apoyo a Hồ Chí Minh. Acto seguido, Frank Sinatra leyendo la postura antipolítica de la Academy. 2017: premia a los negros pa' que no se quejen. No hay premio del mainstream con una carga más política que los Óscares.
7. Las deformaciones forzadas de las piernas de muchos soldados sudvietnamitas son algunos de los testimonios más irrefutables de la vileza que pueden alcanzar los humanos.
4½ / 5
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