domingo, 2 de julio de 2017

L'Âge d'or (1930) / Dir. Luis Buñuel

Por A Lady

Se dice que un tal Arthur Anne Marie Charles, vizconde de Noailles, se había fijado un buen propósito: obsequiar a su esposa algo especial en cada cumpleaños a partir de 1928. ¿Cuál podría ser el regalo adecuado para Marie-Laure de Noailles, quien, además de haberse forjado una reputación prominente, era una de las mecenas más selectivas de Francia? Considerando la época, sus cambios y la capacidad de despliegue económico y artístico que la baja nobleza considera más como bondad que como despilfarre, el vizconde eligió bien: de pastel de cumple la vizcondesa recibía una película filmada por encargo. Es incierto si estos chismes jugosos hayan sido verdad, pero esta situación de afectos conyugales y nobiliarios sirve de contexto novelesco idóneo para lo que fue el origen de algunas sonrisas y muchas lágrimas de Luis Buñuel.
El vizconde había visto Un chien andalou y había quedado convencido de que el duo Buñuel-Dalí podían crear una especie de secuela a ese corto surrealista. Buñuel, quien para entonces sufría ya de la discontinuidad de la mesada materna, vio esta oportunidad como el camino hacia el rodaje de su segunda película L'Âge d'or, que es, a la vez, su primer largometraje y una de las primeras películas sonoras hechas en Francia. En primera instancia, Buñuel deseaba que la colaboración con Dalí continuara, pero (y de los motivos de esto existen muchas versiones) todo el amor se derrumbó entre ambos y, aunque el nombre del pintor aparezca en los créditos como co-guionista, la historiografía comprueba que esta concesión fue mera conveniencia de mercadeo y que el guión fue una creación sólo de Buñuel.
Lo que Buñuel y Dalí esperaban sucediera en el estreno de Un chien andalou sucedió en la primera proyección pública de L'Âge d'or y constituye ya un episodio infame en la historia del cine: después de 6 días de proyecciones, el 3 de diciembre de 1930 un grupo del público, perteneciente a la Ligue de patriots, organización antisemita y xenófoba de derecha, vandalizó las instalaciones y puso se respectiva queja ante la Comisión de Censura debido a las blasfemias que los puso a ver Buñuel. Después de que la censura se había hecho oficial y válida, los Noailles optaron por retirar la película de cualquier tipo de exhibición pública y nació así la leyenda para las generaciones siguientes sobre la posible existencia de un filme maldito de Buñuel dizque llamado L'Âge d'or. La censura se las cobró hasta 1979, año en que el veto caducó en USA y el filme se estrenó en ese país; las nueva generación de Francia tuvo que esperar hasta 1981 para comprobar con ojos propios que tal objeto en verdad existía.
Vista hoy, L'Âge d'or parece una comedia de slapstick dirigida por algún vanguardista de los 60's. Su modernidad de contenido y forma es abrumadora: desde el aparente inicio documental sobre la vida de los escorpiones, pasando por las imágenes de los esqueletos venerados de los Mallorcanos que portan aún la mitra y el báculo, la fundación de una ¿Roma Imperial? en 1930, una pareja de amantes de la que el hombre gusta de fajarse a su amor revolcándose en el lodo y de cachetear viejitas y la mujer tiene una fijación oral que la hace chuparle los dedos a las estatuas, terminando con una figura mesiánica idéntica a Jesús que organiza orgías y feminicidios. Las críticas a la burguesía occidental y al cristianismo son tantas y de tal osadía que incluso en 2017 sigue uno riéndose como si estuviera viendo Monty Python and the Holy Grail, la cual es una de las grandes películas herederas de L'Âge d'or: el filme de los Monty Python es desde su inicio falso hasta su final repentino y genialmente ridículo una alusión al trabajo de Buñuel, que para 1974 aún sufría del veto impuesto.
Buñuel siempre fue un declarado acérrimo enemigo de Cristo y de sus instituciones, y algunas de las imágenes que componen L'Âge d'or son prueba de esa postura: empezando con los Mallorcanos que mueren por inanición, esta línea continúa con el obispo que es lanzado por la ventana y la custodia del Santísimo Sacramento que es bajada de un carruaje al descender una pareja que llega a una fiesta y, finalmente, tal vez la más blasfema de las secuencias en toda la filmografía de Buñuel (y miren que las películas de su periodo mexicano compiten en cantidad de blasfemias): ese Jesús nombrado Duc de Blangis y al que se le adjudica ser el principal organizador de 120 días de orgía homicida, quien, al ver que una muchacha sobreviviente sale del castillo, la ingresa de regreso para volver a salir solo (es hasta penosamente obvio recordar que esto es Les Cent Vingt Journées de Sodome de Sade). La última imagen de la película es la de una cruz de la que cuelgan largas cabelleras humanas. De alguna manera, todo esto suena solemne, pero probablemente sólo Le Fantôme de la liberté sea la otra película de Buñuel que tiene un efecto más cómico. Supongo que en 1930 no era común ver al "héroe" de una película cachetear viejitas y presumir que por amor ha abandonado su misión encomendada y que esto ha ocasionado una pseudocatástrofe que ha cobrado miles de vidas y derrocamientos de democracias.
Las fijaciones visuales de Buñuel van tomando más forma: las cara del amante ensangrentada y con los ojos en blanco, la vaca mascota acostada en la cama, las fiestas elegantes cuyos invitados parecen estar entumecidos. El piano que arrastraba el hombre principal de Un chien andalou es sustituido aquí por un arado. Estos elementos acabarán de fijar su forma en el transcurso de la trilogía que inicia la carrera de Buñuel, la cual termina con Las Hurdes, tierra sin pan, su único "documental".
La recepción que se le tenía en deuda a L'Âge d'or debido a la censura sigue cobrando su retroactivo. Es por esta película y por Un chien andalou que Buñuel adquirió el estatus que, ya con menos penurias económicas, el mundo le otorgó cuando se encontraba activo en México. Pero antes de llegar a ese periodo de relativa fortuna, Don Huicho tuvo que atenerse a las consecuencias de sus actos: L'Âge d'or le trajo el rechazo de la mayoría de las fuentes de financiamiento en Francia y, en su desesperación, tuvo que regresar a España, aquélla que ya sentía pasos falangistas en la azotea.

Otras impresiones:
1. No puedo superar la escena de la cachetada,jajajajaja.
2. El hombre principal es la viva imagen de Thomas Mann de joven.
3. Me choqueó un poquito que los personajes hablaran de viva voz. Supongo que esto fue intención de Buñuel: una película con cartones de títulos de película muda, pero de repente la gente habla.
4. Esta es la segunda vez que Buñuel utiliza el "Liebestod" de Tristan und Isolde de mi amor Wagner. No quiero pensar mal, pero tal vez haya algo que hallar en esta regularidad.
5. Me gustan las vacas y toros de Buñuel.
6. La escena de los esqueletos de los Mallorcanos se me hace, como dice Emmanuel, increíblemente bella.
7. Los animales en los domitorios ♥.

4½ / 5

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