viernes, 28 de julio de 2017

Le Fantôme de la liberté (1974) / Dir. Luis Buñuel

Por A Lady

Después de Le Charme discret de la bourgeoisie no había posibilidad de que a Buñuel se le dictara línea creativa en Francia. El señor se había ganado un Óscar y era el director activo que contaba, quizá, con la filmografía más antigua en retrospectiva, además de contar con el respeto y la colaboración fija de su productor francés Serge Silberman y de su (co)guionista Jean-Claude Carrière. No es entonces ninguna sorpresa que la realización de una película como Le Fantôme de la liberté haya sido posible sólo hasta los años 70, incluso para el caso de una osadía como la de Luis Buñuel. Esta película da la impresión de ser el producto que Buñuel siempre soñó hacer, el filme surrealista a color que, a diferencia de Le Charme discret de la bourgeoisie, no lleva ni un solo hilo narrativo hasta una conclusión, sino que sigue una corriente de eventos más o menos lineares cuyo único régimen es el azar, que todo lo gobierna y determina. Don Luis apuntó en su autobiografía que si a una de sus películas podía profesarle un cariño especial, seguramente ésta sería Le Fantôme de la liberté, por el simple hecho de que el azar, lo relativo de las costumbres y la moral y el "misterio de la existencia humana", el que sea que éste fuera para Buñuel, son los fundamentos temáticos del film. Motivos sobre los que quiso hacer una película durante toda su carrera y, si se observa ni con tanto cuidado, se pueden hallar las mismas grandes porciones temáticas de casi todas las demás películas del ciclo, y podría decir que hasta mejor logradas que en la que ahora nos atañe. Pero si algo tiene Le Fantôme de la liberté es que es engañosa en cuanto a su apariencia. Positivamente engañosa, quiero decir, porque la falta de coherencia superficial que muestra como una pátina de burla hacia el mundo (sus espectadores incluidos) va revelando capas de pensamiento con cada nueva vista. Y lo mejor de estas revelaciones paulatinas para el espectador es que las mismas se vuelven, de cierta manera, parte de su juego transgresivo, porque el sistema de funcionamiento de la no-trama del filme no deja que ninguna conclusión se funde de manera contundente. Casi todas las interpretaciones inteligentes son posibles y, quizá, también muchas de las estúpidas. 
Tengo que confesar que sólo a la segunda vez pude enterarme de que esta película no se trataba de un capricho. Bueno... de un capricho sin contenido. Desde el cuadro de títulos, que tiene de fondo El 3 de mayo de 1808 de Goya y anuncia que la acción inicial del filme se basa en una historia de Gustavo Adolfo Bécquer, la cual transcurre durante la ocupación napoleónica de Toledo, en la que lo que más llama la atención ya no son los sacrilegios con los que uno se topa (soldados tomando vino de consagrar y agarrando las hostias como botana), sino las inversiones morales e ideológicas que relucen sólo segundos, como destellos: el soldado español que grita "¡arriba las cadenas!" y otro que dice "¡abajo la libertad!" justo antes de ser fusilados por los franceses. Esta línea narrativa prosigue de manera interesante y, en el momento menos apropiado (para uno, porque para Buñuel es el más apropiado) nos damos cuenta de que esta historia era nada menos que la actualización que una lectora le daba a la traducción de la historia de Bécquer al francés. A lo que sigue la historia de esta mujer, una empleada doméstica, que se entretiene con su libro mientras "cuida" a la hija de su patrona, a la que un dizque pederasta le regala unas fotos aparentemente pornográficas, fotos que la niña enseña a sus padres al llegar a casa y resultan ser fotos de arquitectura francesa, con las que los padres se calientan y comienzan un intento de faje, para luego correr a la empleada y regresarle las fotos a la niña, y pasar después a la enfermedad del padre de la niña, el cual tiene sueños demasiado reales, por lo que va con el médico, que le dice que no tiene nada, y este médico tiene una enfermera que... y la ilación fortuita continúa así, hasta terminar en lo que parece ser la represión de unos desórdenes públicos en la que los animales de un zoológico juegan un papel esencial. Por muy inconexa que suene, esta serie de situaciones humanas sirve de escenario perfecto para la inversión de toda convención social y valor moral, especialmente aquéllos que sen ven involucrados en los rituales cotidianos en los que, por lo general, deben hacerse juicios de valor. Como las historias, que quedan siempre inconclusas, las acciones de los personajes de esta película nunca llegan a tomar del todo efecto: un clase de filosofía del derecho que nunca acaba de tomar forma; una reunión en la que los invitados se sientan a la mesa para defecar y orinar, y durante la que se levantan para ir al comedor a ingerir alimentos, como si de algo repugnante se tratara; un hombre al que le informan que padece de cáncer terminal de una manera, por demás, mexicana; una pareja que reporta a su hija como extraviada, cuando en todo momento está junto a ellos, etc. Hay casos dentro de esta serie de inversiones donde lo que se supone debería ser algo escandoloso (y miren que hay incesto, fetichismo, necrofilia, pederastia, genocidio, etc.) o inentendible resulta ser parte de casi cualquier normalidad occidental, de ésas que vivimos hoy en día.
En diferentes escenas a lo largo del filme aparecen animales y, si no me equivoco, es en Le Fantôme de la liberté donde la variedad de éstos alcanza su punto máximo en la filmografía de Buñuel: gallos, emúes, avestruces, tigres, simios, entre otros, dan la impresión de estar obsevando al espectador, y por espectador debe entenderse a los humanos. Es posible que Buñuel haya aprovechado la (in)expresión de cierta avestruz que parecía mirar con mucho desconcierto todo este indescifrable desmadre que es la humanidad. Para este punto, la carga simbólica con la que Buñuel carga a sus animales es tan extensa y usada de manera tan distinta que las posibilidades de interpretación de su presencia en cuadro son innumerables. 
Si hay algo que hace que esta película no sea el escalón superior a Le Charme discret de la bourgeoisie es su duración, que se alarga 103 min, cuando la concentración de su statement, cualquiera que éste sea, pudo obtener mayor grado de concentración en una extensión menor. En algunos momentos, uno puede perder de vista detalles importantes para concluir algo inteligible y apreciar mejor la película, y la poca relación mutua de sus "episodios" sin costuras lo hace algo difícil. Aun así, Le Fantôme de la liberté es la obra de un Buñuel con pleno control de su medio e ideas, de un genio que, sin tener miedo a repetirse, sabe que no está haciendo lo mejor de su carrera, pero que está totalmente consciente de la relevancia de lo que asevera: la única libertad que existe es la casualidad.

Otras impresiones:
1. Simplemente no hay manera de negar la influencia que el humor de esta película tuvo sobre Monty Python.
2. Según muchas fuentes, el título de la película es una alusión a las primeras líneas del Manifest der kommunistischen Partei de Marx y Engels, en las que se dice, parafraseando, que el fantasma del comunismo (o sea, de todo lo política y socialmente subversivo en el s. XIX) rondaba por Europa. No me suena tan descabellado.
3. Me dio mucha risa la escena del médico que no quiere decirle a su paciente que tiene cáncer. Porque de seguro estuvo inspirado en algún médico papanatas de México que, por no hacer "sentir  feo" a Buñuel, daba un montón de rodeos para no decirle lo del cáncer. Buñuel se moriría de cáncer de hígado en 1983. En México.
4. "¿Qué es eso de la parafernalia?". Jajajaja.
5. La burguesía y Buñuel, amor-odio forever
6. Pongan especial atención a los zorros que puedan encontrar.
7. Esta película es una muestra de que los que están mal son Lars von Trier y su compañía de pelados.   

4 / 5

No hay comentarios:

Publicar un comentario