Por A Lady
No sé si me lo estoy inventando, pero creo que Buñuel alguna vez dijo que al llegar a México había encontrado un país enteramente surrealista. De eso hoy ya nadie duda, pero antes de llegar a México e incluso a USA, Buñuel ya había hallado surrealismo materializado en el país en el que nació; sin tener que hacer asociaciones, todo lo encontró bajo el sol de las Hurdes, un pueblo perdido en las montañas de Extremadura.
Después de la conmoción que L'Âge d'or había causado y su consecuente fracaso de distribución debido al veto, Buñuel recibió noticias del lugar del que tal vez menos lo esperaba: la Metro Goldwyn Mayer. Irving Thalberg, quien era entonces el presidente del estudio y uno de las más legendarios productores de Hollywood, mostró interés en Buñuel debido al revuelo que su primer largometraje había ocasionado, el cual podría ser un buen aliciente para iniciar un proyecto rentable con él. En Estados Unidos Buñuel conoce a varios emigrados europeos activos en el cine gringo, entre ellos, los alemanes que venían huyendo de Fito Hitler, como Josef von Sternberg y Bertolt Brecht, y también a Chaplin y a Eisenstein. El estudio quería primero ponerlo a prueba y lo manda a aprender cosas técnicas a los sets de grabación. Cuentan las malas lenguas, que van haciendo las leyendas, que después de que Greta Garbo lo corriera del lugar donde estaba grabando porque no le gustaban los intrusos y de que le pidieran que hiciera una chambita como entrenador de "acento español" para las actrizuchas de la MGM, Buñuel se regresó con todo y buenas intenciones a España. Allí empezó un nuevo proyecto, que ni en la más prodigiosa imaginación hubiera sido concebible en un estudio hollywoodense. El artista anarquista (dos palabras que juntas pocas veces auguran algo bueno) Ramón Acín le donó los dineros para su nueva película: un documental sobre las Hurdes, región en la que Buñuel se había interesado después de leer el libro Las Hurdes: étude de géographie humaine del antropólogo francés Maurice Legendre.
Decir que Las Hurdes es un documental es, con seguridad, una falacia, por lo menos a medias. Los historiadores del cine siguen sin ponerse de acuerdo en cuanto a la medida de alteración de datos que el guión de Buñuel contiene. Relevante para esta cuestión es un aspecto de la producción: Buñuel originalmente planeaba que el film fuera mudo. La versión final con narración en francés resultó de un inesperado apoyo que la Embajada de España en París acabó otorgándole; es decir, que lo que Buñuel tuvo primero en mente era crear una serie de imágenes con cartones de títulos entre ellas (justo como en el inicio del supuesto documental sobre escorpiones que constituye el inicio de L'Âge d'or). Este detalle me lleva a sospechar que los especialistas que creen que Las Hurdes es el primer mockumentary de la historia del cine no están lejos de la verdad. La exageración que Buñuel pone en las descripciones de la miseria en la que viven los hurdanos tiene el efecto de establecer la perspectiva que el civilizado arroja sobre el primitivo, de la cual vivían gran parte de los "documentales" que se hacían en esa época sobre lugares que eran vistos como exóticos o extraños bajo la vista del primer mundo. A pesar de este humor voluntario, las imágenes de Las Hurdes no son actuadas y presentan una realidad que no es común de encontrar y que asombra no por su miseria, (la cual debió estar presente en el pueblo en menor o mayor medida), sino por su improbabilidad. Es de esperarse que este "documental" haya sido concebido de esta manera justo después de L'Âge d'or, porque uno, después de criticar el fundadamente infundado enfoque, acaba preguntándose qué tipo de lugar ofrece esa cotidianidad tan dura que, debidamente alterada, acaba siendo una belleza tan peculiarmente incómoda. Justo como cuando uno se pregunta de qué se está uno riendo al ver L'Âge d'or.
Desde las partes en las que se visitan los pueblos que anteceden a las Hurdes, las imágenes son dignas de repetirse y pausarlas para ver si es verdad lo que está sucediendo; y en realidad no se trata tanto de lo que sucede, sino como se expone. La escena de la fiesta en la que los hombres recién casados del pueblo de La Alberca demuestran su valía como hombres arrancándoles las cabezas a gallos vivos (de nuevo los gallos) que son colgados por las patas de un mecate, es uno de esos rituales comunes en muchos lugares del mundo, pero que sólo enfocados por el ojo de un tercero y reproducidos de regreso ante los nuestros adquieren el peso de la acción. La secuencia donde se ve a los niños que remojan un pedazo de pan (alimento supuestamente desconocido en la región) que les dio su maestro de escuela debería ser algo que sucede sólo en el 1930 de un pueblo recóndito de España que, probablemente, sólo sea parte de la imaginación de Buñuel; sin embargo es parte de los días de muchos en lugares como, digamos, México. A esta primera parte la culminan las escenas del salón de clases, ya en las Hurdes, donde los niños del pueblo, muchos de ellos rapados, estudian y uno de los mejores alumnos escribe en el pizarrón : "Respetad los bienes ajenos". Es en escenas como ésta donde es del todo claro que Buñuel está jugando una partida doble: se vale de una narración que falsea para realzar el contraste con lo que la cámara capta, para realizar un documento "objetivo" acerca de un realidad que cuestiona la tipicidad de ese mismo concepto en su sentido cotidiano.
La alta tasa de mortalidad, las hábitos alimenticios que propagan la disentería, el modo de vivienda que propicia el incesto que, a su vez, engendra enfermos mentales, la tierra yerma de la zona, la mendicidad, entre otros aspectos que presenta el filme son cosas que el narrador asume y presenta como verdades, y que la fuerza de las imágenes sólo ayuda a que el espectador las acepte más fácilmente, pero justo esa es la trampa que Buñuel nos pone: a, como buen cinéfilo, dejarse llevar por la fuerza de la imagen sin siquiera tener en cuenta el gran potencial de falsedad que posee una narración. Las Hurdes probó ser la última película que Buñuel haría en España hasta 1961: el gobierno de las tres repúblicas antes de Franco prohibieron el filme y Franco de plano la vetó definitivamente, sin contar el gran desagrado que le causó a Alfonso XIII, quien poco tiempo antes había visitado las Hurdes para llevarles un mensaje de progreso y quien hizo todo lo que estaba en sus manos para ver la película desterrada de su castiza España. Después de esto, Buñuel trabajará dirigiendo películas anónimamente y se pondrá al servicio del Comité de Propaganda de la República durante la Guerra Civil, situación que desembocará en su estancia en USA.
Puede ser que los métodos de Buñuel al hacer Las Hurdes, tierra sin pan no hayan sido los más honestos con los hurdanos, pero, a mí parecer, no es un daño. Quien sepa ver e intuir bien, sabe que Buñuel, en hacerlos ver como bestias, lo que quería era hacerles justicia. ¿O no?
Otras impresiones:
1. Casi lloro en la escena en la que el bebé muerto es transportado sobre el río para ser llevado hasta el panteón.
2. El principal ingreso de las Hurdes era el subsidio que el gobierno les daba por adoptar niños huérfanos.
3. Buñuel mató a, por lo menos, dos animales para hacer Las Hurdes: al burro que "se chingaron las abejas" y a la cabra que "se despeña". Don Chucho no hubiera alcanzado a hacer ni su primer corto con las actuales políticas de protección y él mismo sería un vergonzoso anacronismo.
4. México, innegable hijo de España. Hasta en sus miserias y rituales se parecen. Entiendo por qué Buñuel hizo de México su país de exilio y muerte.
4½ / 5
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